La honestidad de los toreros

Es cierto que el cariño de un padre es muy grande y lo que se hace por un hijo no hay dinero que alcance ni esfuerzo que sobre.

Por encima de la ilusión de ver en ellos realizados sus sueños, también los padres sufren y se ilusionan, se apasionan buscando las metas de esos que alguna vez estuvieron en sus brazos. Pero nada debe ser mayor recompensa que un hijo que demás de agradecido, sea honesto primero consigo y luego con quienes le brindan el apoyo necesario para alcanzar sus metas.

Es decir, que bien vale la pena no engañar y es preferible desengañarse a tiempo. Y esto lo comento porque los esfuerzos que se vienen realizando en las vacadas de Apizaco en la plaza de toros “Wiliulfo González” con el certamen: “Piedras Negras y Lázaro Rosas buscan un torero” se han convertido en un verdadero filtro para quienes quieren alcanzar el anhelo de ser figuras del toreo.

A diferencia de tantas otras actividades que ejerce el hombre desde su existencia, el toreo tiene el privilegio de gozar de mucha autocrítica. Es cierto que la gente cercana y principalmente la que apoya de manera incondicional a un “chavalillo”, difícilmente tendrá una opinión directa y juiciosa de las actuaciones de sus respectivos toreros. Pero la decisión más significativa quedará en manos del propio torero. Porque cada paso que dé, debe ser un escalón hacia arriba. No se trata del triunfo de una tarde o la maroma, sino de estar convencido que esta es la vocación y el camino que se quiere abrazar. O tal vez no. Decidir a tiempo también es un escalón hacia arriba. Es cierto que la tauromaquia tiene ataques por diversos frentes, principalmente a través de los llamados “antis”. Por eso lo que se haga dentro de la fiesta taurina debe ser con la mayor seriedad posible, evitando así entregarle argumentos a quienes los están buscando.

Los padres de familia, amistades, empresarios, ganaderos entre muchas otras personas están apostando por verdaderamente “encontrar un torero”. Vamos a buscarlo y qué mejor que no sea uno, ni dos; sino varios que en verdad quieran serlo. Que no se engañen así mismos y que cuando salte al ruedo el toro de verdad, muestren la vocación de una de las profesiones más honestas que existen aún sobre la tierra. Porque como decía el matador peruano Andrés Roca Rey: “el toreo no se ejerce por dinero, sino por sentimientos”

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