Torerías

Amigos, cuántas veces hemos escuchado aquel mensaje de madres o padres diciendo: “me sacrifico por mis hijos”. Haciendo creer a uno mismo y a los demás que “sacrificarse” es responsabilizar a otros, de no poder lograr plenitud en la vida, porque se dedican a tal o cuál actividad.

Como si ciertos trabajos o los mismos hijos fueran nuestros impedimentos para nuestra realización. Por eso es importante reconocer el uso adecuado de nuestro lenguaje. Porque en realidad sacrificio en el fondo quiere decir: hacer sagrado. “Sacro” y “facere” origen latín que pretende decir “hacer sagradas las cosas”. Por ejemplo, cuando un joven matador se prepara intensamente y arregla su terno de torear previo al compromiso que tenga el domingo en la plaza, el joven se está preparando con mucho cariño. Es decir: “hará sagrada su labor”. Como si fuera un regalo elaborado con amor para quienes quieran y puedan disfrutar del fruto de su esfuerzo (Sacro facere, hacer sagrado). Bueno, pues recientemente vimos la transmisión vía redes sociales de una tienta pública en la finca del matador Arturo Macías donde sostuvo un mano a mano con el matador José Mauricio. Evento que fue debidamente cuidado y grabado para su posterior reproducción, días después en la cabaña brava de De Haro, el matador Jerónimo lidió un par de toros muy rematados previos a ser llevados al rastro y las faenas fueron grabadas. Aunque la transmisión anunciada se canceló. Me parece que no podemos evitar decir que la actividad taurina en nuestro país es una importante industria que tiene la cualidad de trabajar con producto vivo que necesita salir al mercado en ciertas condiciones y tiempos. Ni antes ni después, como la energía eléctrica. Por lo que no se puede almacenar por espacios prolongados ni se puede racionar su manutención mientras no salga a la venta. Pero, aunque es parte de la canasta básica al ser carne para el consumo humano, previo cumple su función de ser eslabón importante de la cadena productiva de un espectáculo. Y a diferencia del toro estabulado cuya existencia es exclusiva para el rastro, el toro de lidia genera una derrama por cada peso invertido de $14.35 a lo largo de su cadena productiva en el transitar desde la ganadería hasta llegar a la mesa. Pues se benefician con el toro de lidia, desde agricultores, hasta hoteleros y restauranteros. Ahora bien, la problemática se encuentra precisamente en cómo clasificar a estos ejemplares. Pues mientras los “espectáculos” son una actividad no esencial para el país, sucede lo contrario con los alimentos. Sin embargo, el ganadero de lidia está en su derecho de que, previo a matar a sus animales, pueda observar cualidades y criterios que él pretende dentro de sus ejemplares. Como podría ser en ganaderos de otras especies, las que usted guste: porcino, avícola o caprino. Regresando al punto inicial, “hacer sagrado” es preparar con mucho cariño ese regalo para alguien especial. Entonces, no acaso sería sano que un ganadero honesto ¿pueda ver que su producto cumpla con los altos estándares que él exige para beneficio de quienes habrán de consumir su producto? Lo mismo está sucediendo en el área empresarial, donde se están agrupando para superar esta crisis que además de ser sanitaria supera ya las dimensiones de la gran depresión de 1929. Son tiempos de actuar con responsabilidad y precisión. Más no con miedo y represión.


Ahora bien, los diferentes sectores de la economía de este país ya están organizando un plan de retorno progresivo a la vida productiva una vez que las condiciones sanitarias lo permitan. Y este es el caso en el que las agrupaciones taurinas no deben omitir trabajar. Es decir, de qué manera irán recuperando la actividad hasta llegar nuevamente a las plazas de toros. Deberá ser un trabajo
en el que se sumen esfuerzos de todos los involucrados para llegar a buen puerto.