Únicamente duró cinco meses el “amor” y lazos “fraternales” del gobierno morenista al ayuntamiento panista, cuando se tenía el cálculo que el “romance” político duraría hasta finales del 2023, preámbulo del 2024 con la jornada de elección de Gobernador y Presidente de México, además de legisladores federales, locales y 217 alcaldes.
-Pero-, resultó que siempre no.
Que los “amigos” Miguel Barbosa Huerta y Eduardo Rivera Pérez no lo son.
O sea, un moreno no puede “querer” a un azul.
Y que esa amistad que nació en el 2000 cuando coincidieron en la Cámara de Diputados, durante el primer trienio presidencial de Vicente Fox, se prolongó durante los subsecuentes años, donde no eran enemigos políticos.
Más el interés político los llevó ampliar la “amistad” en 2021 cuando Eduardo Rivera enfrentó y derrotó en las urnas a Claudia Rivera.
Apapacho barbosista al lalismo, cuyo fondo real fue para evitar que Rivera Vivanco se reeligiera en la Presidencia Municipal.
Porque, Claudia le ganó a Barbosa la candidatura. Y el mandatario tuvo que apechugar el golpe político que le asestó Palacio Nacional, puesto que su “delfín” era Gabriel Biestro Medinilla.
Vale acotar:
No se resta mérito alguno a la victoria electoral de julio pasado de Lalo, quien en 2018 fue sacrificado en aras del triunfo de la gubernatura de Martha Érika Alonso Hidalgo.
EL MENSAJE SICILIANO
Ya sentado en la silla principal del Palacio de Charlie Hall, el alcalde inició frenéticos recorridos por el municipio, colonias, barrios y juntas auxiliares; el programa de pavimentación y rescate de jardines y camellones se activó al cien, dado que era urgente el trabajo pues la anterior alcaldesa dejó destrozada la ciudad.
Ello, dicen, no fue del agrado del inquilino de Casa Aguayo, puesto que lo vio como actividad hacia el 2024.
Antes se dio la aduana por designación del Secretario de Seguridad Ciudadana del Municipio, donde el Ejecutivo Estatal vetó la propuesta del Presidente Municipal, para terminar aceptando a María del Consuelo Cruz Galindo.
Dicen que los “asesores” le sugirieron al mandatario que empezara a minar la aspiración de Eduardo Rivera por la gubernatura, pues de no hacerlo ahora… mañana sería demasiado tarde.
Y como los “gallos” –o corcholatas- de Casa Aguayo, Gabriel Biestro, Melitón Lozano y Héctor Sánchez, no pintan en el palenque electoral, decidió dar el paso y lanzar los primeros misiles al Palacio Municipal.
Porque, además, quienes sí despuntan para la carrera del 2024 son el líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier y el Senador Alejandro Armenta, y ambos no son barbosistas.
Amén de que tiene claro: Gobernador no pone Gobernador.
Y menos con Andrés Manuel López Obrador.
El tema de concesión de los espacios publicitarios en paraderos del transporte público por 10 años, que anunció Michel Chaín, Secretario de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento, le vino como “anillo al dedo” a Barbosa.
Y sin más mandó el obús.
“No quedamos que iban a ser diferentes… O solo bajo el esquema de persecución se portan bien”.
“Y si no hay persecución… sueltan las alitas”.
“Lo honorable es que un gobierno concesione servicios por el tiempo que dure su gestión”.
Fue por más.
“La concesión por 10 años es ilegal, pues busca el control político de los espacios publicitarios”.
“Puedo hacer una controversia Constitucional y que el Congreso del Estado, con Sergio Salomón, tendrán que decidir”.
LA RESPUESTA DIPLOMÁTICA
DEL ALCALDE AL GOBERNADOR
La respuesta del edil al mensaje barbosista fue apegada al protocolo de la diplomacia: “La opinión del gobernador es muy interesante, porque además es de un hombre que conoce de leyes”.
Debe quedar claro: El gobierno municipal y sus respectivos entes públicos, están obligados actuar apegados a la ley. Y la ley mandata al municipio en el caso de las concesiones en base al artículo 57, fracción séptima, donde también otorga facultades al Congreso en la enajenación de bienes y contratos cuya duración sea mayor al periodo del ayuntamiento. Acciones legales que están también estipuladas en el artículo 78, fracción 19.
Por lo anterior no cabe la menor duda que el 2024 está más que presente en Casa Aguayo y en Palacio Municipal.
Una de las herramientas de los candidatos en campaña son la publicidad fija en bardas, espectaculares y paradores del transporte público.
Rivera Pérez tiene su juego y estrategia. No es de respuestas a bote-pronto. Ni de choque y confrontación. Su accionar es en tierra. Y sabe que difícilmente tendrá otra oportunidad política, como la del 2024.
Aunado que está en el cargo indicado y en la plaza de mayor exposición pública, y mediática. Pero a la vez, la de mayor riesgo y complicaciones.
Barbosa Huerta sabe que no puede jugar ni engatusar con un dulce a Eduardo Rivera. Que sus posibilidades de dejar sucesor son nulas.
Y pese a que sus “jilgueros” no se cansan de vitorear la “amistad” y “afecto” de López Obrador hacia el mandatario poblano, en la “íntima-intimidad” es solo un espejismo y cortina de humo.
Porque si alguien conoce a Miguel Barbosa
¿O no es así?
Al tiempo.
