No es cuestión de filias o fobias.
Tampoco de simpatías o malquerencias.
Mucho menos se trata de una patente notarial donde se “hereda el poder”.
Se trata de hechos reales.
Del “testamento” no escrito que ,el Presidente de México en turno dicta a los mandatarios estatales y que éstos cumplen a cabalidad.
Se trata de la “regla de oro no escrita”...
“Gobernador no pone Gobernador”.
Regla que tuvo su excepción en tres tiempos.
Primero durante el Maximato de los Ávila Camacho, con el general Manuel en la Presidencia de la República y su hermano Maximino en la gubernatura de Puebla, y posterior arribo de Rafael a Palacio de Gobierno.
La segunda acontece con la llegada de los panistas Vicente Fox Quezada -2000/2006- y Felipe Calderón Hinojosa -2006/2012- a Los Pinos, que permitió a los mandatarios del PRI dejar sucesor.
Esa oportunidad dorada la tuvo Melquíades Morales Flores –era suya y la dejó ir-, pero no pudo heredar la gubernatura a Rafael Moreno Valle ni a Germán Sierra Sánchez, al cruzársele en el camino Mario Marín Torres.
Mario Marín sí puso candidato-sucesor con Javier López Zavala, solo que éste perdió ante el panista Rafael Moreno Valle Rosas.
La tercera es con Rafael Moreno Valle, quien revive el Maximato de los 40 al dejar sucesor para el “mini gobierno” 2017-2018 a José Antonio Gali Fayad y en 2018 impone a su esposa Martha Érika Alonso Hidalgo para el periodo 2018-2024.
Acotándose:
Moreno Valle Rosas, nieto del general y ex mandatario Rafael Moreno Valle, dejó sucesor –Gali Fayad- porque el mandatario nacional era el priista Enrique Peña Nieto y en 2018 –Martha Érika- logra que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en votación de 3 porque la elección se repitiera y 4 ratificaron el triunfo de su esposa, en sesión extraordinaria del 8 de diciembre 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador había tomado posesión de Palacio Nacional el primero de diciembre.
Más el destino –cruel y trágico- se cruzó en su caminar político y la gobernadora Martha Érika y el Senador Rafael, mueren al desplomarse el helicóptero el 24 de diciembre del 2018, cuando tenía 10 días de titular del Ejecutivo.
GOBERNADOR NO PONE GOBERNADOR
Valga breve recuento histórico-político-sucesorio para ver lo que podría acontecer en la sucesión Presidencial 2024, donde también estarán en juego 9 gubernaturas, 500 diputaciones federales, 138 senadores, diputaciones estatales y ayuntamientos.
Y donde está más que claro que se impondrá la voluntad del mandatario saliente, que a través del “Dedo Divino”, inclinará la balanza a favor de Claudia, Adán Augusto o Marcelo.
Ese mismo “Dedo Divino” marcará las cartas de quienes serán los abanderados de Morena a los gobiernos de Puebla, Ciudad de México, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Yucatán, Jalisco, Morelos y Guanajuato.
Tal y como aconteció con las candidaturas morenistas del 2018, extraordinaria de Puebla 2019, del 2022 y 2023, en Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Ciudad de México, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, y domingo pasado Estado de México y Coahuila.
Y –guste o no- recobrará vigencia la regla de “oro no escrita”… “Gobernador no pone Gobernador”.
De ahí que resalta el juego sucesorio del Rey Salomón con “julio regalado”.
¿Quién le habrá vendido el “espejito” que si es Claudia la candidata presidencial… el “Rey podrá heredar el trono”?
¿Acaso por llevar a 30 o 40 o 50 mil acarreados -sábado pasado- al Centro Expositor, utilizando el aparato de Estado, le dará derecho a “heredar el trono” a “julio regalado”?
¿Habrá olvidado su pasado reciente morenovallista, que lo llevó a ser diputado local y alcalde de Tepeaca, para en 2021 echarse a los brazos de Miguel Barbosa Huerta?
¿Qué dirá el huésped de Palacio Nacional?
Al tiempo.