LA JOYA EN LA MÉXICO

Amigos, el pasado domingo en la plaza de toros México, en la inminente recta final del certamen titulado “Soñadores de Gloria”, la región se vio representada por la cabaña brava con registro en el estado de Puebla de La Joya, que dirige José Antonio González Esnaurrizar.

Un mano a mano de las ganaderías de La Joya y Santa María de Xalpa de Benigno Pérez Lizaur, así como otro agarrón de toreros que de verdad dejó grato sabor entre los que se dieron la oportunidad de asistir. Cabe señalar el quite por gaoneras muy ajustado que realizó el sobresaliente Eduardo Domínguez, novillero tlaxcalteca. Reflexionando con lo que nos compete, que es la región, me queda claro que lo sucedido en cuanto al comportamiento en el ruedo por los novillos de La Joya es necesario señalar lo siguiente. Primero, en términos generales los toros transmitieron, ninguno acusó debilidad y su lidia de capote y muleta toda fue en los medios. El primer novillo – toro, también primero en orden de lidia de nombre “Come uñas”, castaño, fue violento, áspero y pronto, con transmisión.

Lo que de inmediato llamó la atención del respetable que, dicho sea de paso, la entrada a los tendidos estuvo mucho más nutrida que anteriores. Quizá porque el aficionado quería ver a dos toreros con conceptos muy claros y además con el encaste Parladé. El segundo ejemplar, cuarto en orden de lidia de nombre “Chino”, negro bragado, tuvo movilidad, transmisión y fue bravo. Mismo que estuvo a punto de mandar al hule al joven Roberto Román quien estuvo realmente bien, igual que su compañero Miguel Aguilar. El cierra plaza, tercero de La Joya que se llamó “Sonámbulo” también negro bragado, fue un novillo también con transmisión, al que había que hacerle las cosas con técnica y mente clara, pues tenía codicia.

Ese novillo mandó a la camilla al torero hidrocálido Román pero aún así salió a matar a su ejemplar el joven torero. Como diría el ganadero Manuel Fernández “la bravura también entra por el hocico” y con ello quiero decir que los ejemplares de La Joya tuvieron la fuerza suficiente para estar en el ruedo, ninguno acusó debilidad ni se fueron a buscar el cobijo de las tablas.

Las faenas se desarrollaron en los medios ante ejemplares que bien les hizo falta el puyazo, pues el festejo fue sin picadores. Es necesario reconocer que esta ganadería y no porque sea de esta región, a sus 20 años de haberse creado sigue regando de bravura las plazas que pisa. Algo que es una constante en sus presentaciones, claro que no es obra de la casualidad sino consecuencia y resultado de mucho trabajo en los potreros.

Al término del festejo el ganadero José Antonio se mostró contento por el desempeño de sus ejemplares, pues son un adelanto de lo que podría venir en la temporada grande, ya que La Joya está considerada para la segunda parte. ¿A caso la veremos lidiar el 5 de febrero, en el día grande de la plaza México? Bien vale la pena esperar.

TLAXCALA CULTURAL Y TAURINA

Le comento que el Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino (ITDT) que dirige el contador Luis Mariano Andalco, se puso a trabajar a marchas forzadas para sacar adelante toda la parte cultural de la feria taurina de la capital de su estado. Debo mencionar que la novillada de las calaveras también fue organizada por el propio Instituto (ITDT), festejo que en verdad puso en alto el listón de cómo se deben presentar los novillos para una plaza con la categoría de la Jorge Aguilar “El Ranchero”. Ahí está no solamente la presencia del toro, sino la emoción que despertaron los seis ejemplares de De Haro también por su comportamiento de bravura.

En días pasados, estuvimos a la inauguración del “Tributo de arte Rodolfo Rodríguez ´El Pana´”, en el marco de esta Feria 2017 y donde se exhibieron obras de pintura y fotografía, hasta el 9 de este mes en el salón Joaquín Cisneros Molina del Centro Expositor de Tlaxcala. Otra muestra organizada por el Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, juntamente con el matador Humberto Flores y el cronista Carlos Yarza.

En esta exposición tomaron parte más de 25 artistas de pintura y de la fotografía y fue un homenaje póstumo al matador Rodolfo Rodríguez “El Pana”.