“La igualdad de las mujeres debe ser un componente central en cualquier intento por resolver los problemas sociales, económicos y políticos” Kofi Annan

Amables lectores, los saludo con el gusto de siempre, uno de los compromisos de esta columna es promover una cultura de respeto a los derechos humanos, toda vez que en nuestro país a diario somos testigos de los excesos de algunos que atentan contra la integridad física o moral de aquellos que se encuentran en vulnerabilidad.

                        Uno de los sectores de nuestra sociedad más vulnerable son las mujeres, a pesar de que en México son más del 50% de la población y qué cada día ganan más espacios dentro del sector público y el sector privado, siguen siendo violentadas en el hogar, condicionadas para conservar sus puestos de trabajo, humilladas por su forma de vestir, estereotipadas por publicar fotografías en redes sociales, en general se siguen viendo a las mujeres como objetos y no como seres humanos. La ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, establece en su artículo 6to, los tipos de violencia en contra de las mujeres de manera enunciativa y no limitativa y son: violencia psicológica, violencia física, violencia patrimonial, violencia económica y violencia sexual, estos tipos de violencia generan secuelas psicológicas y físicas.

                        Las secuelas psicológicas de violencias son: depresión, ansiedad, tristeza, fobias y trastornos de pánico, insomnio y trastornos del sueño, cambios en el estado de ánimo, ganas de llorar sin motivo, trastorno de estrés postraumático, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos psicosomáticos, sentimientos de vergüenza y culpabilidad, conductas autodestructivas, abuso de alcohol y drogas, baja autoestima, aislamiento, marginalidad, sensación de ser diferente.

                        Las consecuencias físicas de la violencia son: homicidio, lesiones graves e incapacitantes, embarazos no deseados, abortos, estrés, riesgo de enfermedades.

                        Asimismo, la primera fuente de la violencia en contra de las mujeres obedece al trato que se les da desde casa, por lo que las conductas de aversión u odio que reflejan los adultos es el resultado de esa violencia familiar, y que va a repercutir en las conductas misóginas en la vida social, laboral y emocional.

                        Por lo anterior es innegable que, para erradicar la violencia contra las mujeres debemos comenzar en el hogar, además de promover la cultura de la denuncia en todas aquellas mujeres que sean objeto de vejaciones en los espacios públicos y en los trabajos, el ejemplo lo debemos poner los ciudadanos, y no permitir que algunos de nuestros representantes populares en el Senado promuevan con una mano la violencia en contra de las mujeres y con la otra impulsen leyes para erradicarla.     

 

 

  • Es Doctorante en Derecho por la BUAP, donde se desempeña como Abogado Asesor en la Defensoría de los Derechos Universitarios, profesor colaborador en la Facultad de Derecho y C.S., y es Director del Bufete Jurídico “Pinto y Asociados” S.C.   

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