“TODO MODO” EL ATENTADO AL DOMICILIO DEL PRELADO EMÉRITO

El 1974 Leonardo Sciascia editó su novela “Todo Modo” en cuya trama uno d ellos jerarcas de la política y la banda italiana que asisten a un centro de retiro espiritual es asesinado, mientras los asistentes se entregaban a las prácticas de introspección establecidas por el propio Ignacio de Loyola, sin que el autor y las circunstancias del crimen fuesen jamás desentrañadas.

En sus tramas Sciascia escudriñaría en diversas cusas criminales sonadas, no sólo en el ámbito de la crónica policial sino de lo más elevado de la ciencia forense italiana, estando varias de ella relacionadas con la directa participación del prominente procesalista Francesco Carnelutti; no en balde, la opinión pública en su conjunto dirigió sus miradas a Sciascia en el señero año de 1978, al considerar que la trama de “Todo Modo” había anunciado con meridiana visión profética sucesos como el atentado de las “brigadas rojas” contra el Primer ministro Aldo Moro, así como la sucesión de tres papas en el trono de San Pedro dada el sospechoso deceso de Albino Luciani.

El pasado domingo sujetos vestidos como militares atentaron contra el domicilio del Cardenal Emérito de la Diócesis metropolitana de la Ciudad de México, abriéndose una serie de interrogantes que muy bien podrían ser narradas por Sciascia;  coincidentemente, muchos años atrás, al ser ungido como obispo de Tehuacán, fue expulsado del país un sacerdote de origen ecuatoriano llamado Gonzalo Hallo del Santo quién oficiaba su ministerio en dicha Diócesis y que fuera señalado ante las autoridades federales por el entonces novel obispo como  cabeza de un levantamiento guerrillero en el poblado de Azumbilla ubicado en sus delimitaciones; supuesta guerrilla que un cuarto de siglo de su supuesta irrupción encierra una incógnita mayúscula sobre los derroteros de su acontecer en el tiempo, al menos, claro está, de que en realidad jamás hubiese existido

Hallo del Santo era un hombre culto, formado bajo la impronta preconciliar y que más bien, al igual que en Durango lo habría sido Norberto Rivera, se había erigido en un dique a la expansión de la “teología de la liberación” en el seminario existente en los límites de los estados de Puebla, Oaxaca y Veracruz.

Ignoro si estaba investido del nombramiento de “ecónomo” de la Diócesis en los términos del Derecho Canónica, ya para entonces bajo la legislación expedida en 1983 por el Papa Juan Pablo II, pero era un hecho que contaba con la plena confianza del obispo Rafael Ayala antecesor de Norberto en el gobierno eclesial y sobre todo , para los efectos que nos conciernen, tesorero de la conferencia episcopal latinoamericana, cuyos secretos contables, bien valen el endilgar la etiqueta de “guerrillero” a un hombre que entre sus antecedentes contaba el haber sido confesor de la madre del presidente Gustavo Díaz Ordaz.

La protección del sacerdote Nicolás Aguilar enviándole a la Diócesis de Los Ángeles California, tras haber sido señalado como abusador de un menor, se sumaría, ya en su calidad de Primado de la Ciudad de México a la denodada defensa pública de la “Legión de Cristo” bajo la férula de su fundador el Padre Maciel.

Pero lo que más resulta digno de llamar la atención dados los recientes acontecimientos, es la cercanía de Norberto Rivera con el también emérito prelado de Ecatepec Onésimo Cepeda, lo primero, dado el hecho de que el sospechoso detenido por la tentativa del pasado domingo tuviese en dicha demarcación su domicilio, y en segundo términos, porque en la descripción de los sucesos referido que quisieron ser identificados ante la prensa en un primer momento como robo, se dejó en claro que los autores de la afrenta “vestían como militares”.

El obispo emérito de Ecatepec es un hombre dotado de un especial refinamiento cultural, dado incluso a incursionar en el sofisticado negocio de subastar colecciones de arte, tal y como se supo a raíz de las notas de prensa referentes a la adquisición de los derechos litigiosos de la sucesión de la señora Azcarraga Madero por parte del extinto abogado Enrique Fuentes León, y en que estaba involucrada una impresionante colección de arte.

Que curioso, Hallo del Salto era un hombre profundamente conocer del arte sacro, a propósito, me atrevo a recomendar la lectura del relato de mi autoría “El Retablo del Perdón” referente a crapulosos intríngulis de tal exquisito giro de actividad comercial

Es de entenderse que el boletín de prensa en cuestión y que incluso el lenguaje forense se circunscriba a formas cuidadosamente escrupulosas, sin embargo, lo primero que se puede pensar es que, “si vestían como militares” es porque ene efecto lo habrían sido, y, en tal caso, la actividad desplegada por ambos prelados en la conformación de las capellanías del ejército y la marina durante el calderonato revestirían una pista digna de desentrañarse a cabalidad.

“Todo Modo” de accionar está a la mano de quién sitúa su poder más allá de toda consideración humana o acaso incluso también divina, habría sugerido hace ya muchos años el novelista “Leonardo Sciascia, salvo que, claro está el actual pontífice realice determinados nombramientos en la jerarquía eclesiástica, y el presidente electo, por su parte, hiciera la propia en la más alta cúspide el ejército mexicano

 

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