#Rompe la cadena

Amables lectores, los saludo con el gusto de siempre. Quiero agradecer a todos ustedes su generosidad al tomarse unos minutos para leer esta sencilla columna, que tiene como objetivo contribuir a fomentar una cultura de respeto a los derechos humanos, asimismo quiero agradecerle a “Juan”, su confianza.

                        El 24 de enero recibí un correo de un amable lector, pidiéndome una entrevista para exponerme algunos puntos de vista respecto a esta columna, les confieso que mi primera impresión fue de desconfianza, sin embargo, al intercambiar dos correos más con el amable lector, supe que se trataba de alguien que pretendía exponerme una experiencia de vida, por lo que acordamos una charla de café…

                        Juan tiene 35 años, es casado, es profesionista, tiene un hijo. Su mamá y su papá, siempre trabajaron para poder sacar adelante a “Juan” y a sus dos hermanos. “Juan”, se quedaba al cuidado de sus tías, hermanas de su mamá, él recuerda que; cuando tenía 4 años sus tías lo querían mucho, lo acariciaban, todo el tiempo le decían que era un niño muy guapo, le ayudaban hacer su tarea, incluso lo bañaban. Un buen día, una de sus tías al estarlo bañando le empezó a tocar sus genitales una y otra vez, “Juan”, no entendía esa conducta, minutos después, su tía lo comenzó a besar en la boca, al terminar de bañarse su tía le dijo que no le comentara nada a su mamá porque se podía enojar y lo iba a castigar, desde entonces , “Juan”, sabía que cuando se quedaba a solas con su tía, él debía hacer lo que ella le pidiera, entre otras cosas: tocarle sus genitales, besarla en la boca y desnudarse para que su tía hiciera con él lo que quisiera. “Juan” vivió ese abuso sexual por parte de su tía durante 6 años. Dice que cuando cumplió 10 años, él comenzó a oponerse e intentar hablar con su mamá de lo que su tía le hacía, pero lamentablemente su mamá no le prestaba atención y mucho menos le creía; además él se sentía avergonzado y pensaba que era responsable de lo que ocurría con su tía. “Juan” interrumpe su narrativa para decirme; te platico esto, porque quiero que adviertas a través de tu columna a los padres de familia para que sean más cuidadosos con sus hijos, ya que los niños piden ayuda de formas diversas: a veces se la pasan dibujando, en otros casos todo el tiempo están desanimados, o asumen actitudes rebeldes. Los papás debemos prestarles atención a nuestros hijos y debemos creer lo que nos dicen, porque dejarlos al cuidado de familiares o en guarderías, siempre van estar en riesgo. Además, comenta Juan, algunos de los que hemos sido objeto de esta clase de abusos, en la adultez podemos repetir esas conductas con niños, por lo que es muy importante que aquellos que han sido objeto de abuso sexual en la infancia pidan apoyo psicológico para intentar hacer una vida normal.

                        Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en México cada año más de 4 millones y medio de niñas y niños son víctimas de abuso sexual, ocupamos el primer lugar mundial en estos delitos.

 

                        De acuerdo con un estudio del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, los principales agresores sexuales de los niños son familiares, luego maestros y después sacerdotes: en 30 por ciento abuelos o padrastros; 13 por ciento tíos; 11 por ciento padres biológicos; 10 por ciento primos; 8 por ciento vecinos; 7 por ciento maestros, y 3 por ciento hermanos.

                        En la encuesta de cohesión social para la prevención de la violencia y la delincuencia, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía señala que el delito de violación alcanza a mil 764 niñas, niños y adolescentes por cada 100 mil menores y adolescentes de 12 a 17 años, mientras los tocamientos ofensivos y manoseos llegan a 5 mil 89 casos por cada 100 mil menores y adolescentes.

                        La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), contempla tres tipos de derechos:

  • De protección, como el derecho a la vida, a la convivencia familiar o contra todo tipo de abuso, violencia o explotación laboral.
  • De provisión, como el derecho a cuidados sanitarios, a un medio ambiente saludable o a los recursos para un adecuado desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social.
  • De participación, como el derecho a una identidad y nacionalidad, a recibir información o a opinar con libertad.

 

                        Asimismo, esta convención tiene rango de ley y su carácter es vinculante por lo que, es de observancia obligatoria. Además el Código Penal Federal sanciona el abuso sexual en contra de menores de 15 años hasta con 13 años de prisión y los Códigos Penales locales lo tienen previsto también.

                        “Debemos cuidar a nuestros hijos, porque son el tesoro más preciado que tenemos, no permitamos que les roben su inocencia, estar atentos es la mejor forma de prevenir el abuso infantil“Juan”.

  • Es Doctorante en Derecho por la BUAP, donde se desempeña como Defensor Adjunto en la Defensoría de los Derechos Universitarios y profesor colaborador en la Facultad de Derecho y C.S.

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