Condiciones poco fáciles para hombres y mujeres

María del Rocío Juárez Eugenio es docente en la Preparatoria 2 de Octubre de 1968 de la BUAP, porque dar clases y en la Universidad siempre han sido su máxima. Sus artículos sobre la enseñanza de las Matemáticas han sido editados en Europa por la Universidad de Estrasburgo. Su mayor preocupación: “ver a una juventud desmotivada”. A través de su labor académica, busca resarcir el rezago educativo de los mexicanos y contagiar su vocación por la superación.

Juárez Eugenio, docente del nivel medio superior candidata al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), cree en la realización personal a través de la educación. Por ello, se inquieta por el bajo rendimiento de la niñez y juventud mexicanas en pruebas estandarizadas de Matemáticas. Gran parte del problema, dice, se debe a los profesores. “Si bien tienen la facultad de contagiar el gusto por esta ciencia, también el de generar disgusto y rechazo”.

Para obtener el grado de doctora viajó a Francia. Tras estudiar el caso europeo y compararlo con el mexicano, descubrió que los docentes de este país carecen del dominio de la disciplina correspondiente a la asignatura que imparten. Sus resultados integran los antecedentes que servirán para la reforma de los planes de estudio de las escuelas normales de México. En éstos propone que se amplíen los créditos de las asignaturas que profundizan los conocimientos y las habilidades sobre las disciplinas o ciencias.

En su opinión, lo ideal sería que un docente se formara en una disciplina como las Matemáticas o cualquier otra ciencia, y posteriormente se especializara en enseñanza, una labor que Juárez Eugenio ha sostenido desde hace seis años en la prepa 2 de Octubre, que va de la mano con su labor de investigación que ejerce desde siempre.

María del Rocío Juárez Eugenio es originaria de San Salvador el Seco, un pequeño municipio ubicado en el centro-oriente del estado de Puebla. Orgullosa, confiesa ser parte de una familia humilde. Ella es la mayor de cinco hermanos, hijos de padres campesinos. Cuando concluyó su preparatoria, donde descubrió su vocación docente al dar clases a adultos, viajó a Puebla al ser aceptada por la BUAP, en la Licenciatura en Psicología.

Desde entonces, a sus 18 años de edad, asumió los costos de sus estudios y de su propia vida. Se independizó y para ello trabajó tanto en tiendas departamentales como en sanatorios, donde tenía que estar hasta las tres de la madrugada, sin preocuparse por las clases, que comenzaban en punto de las 7:00 horas. “Así ha sido la forma de salir adelante. Yo veía que en casa había ocasiones que no tenían ni para comer, y que yo saliera con un ‘papá dame dinero’, pues no”.

Fue hasta el 2006 cuando ejerció su vocación. Ese año ingresó como profesora hora clase al Benemérito Instituto Normal del Estado, en la capital poblana. Mientras ejercía, estudiaba la Maestría en Educación Superior, en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, que vendría a reforzar sus estudios en la enseñanza de las Matemáticas, su segunda licenciatura.

En 2010 ingresó a la Preparatoria 2 de Octubre de 1968 y esta vez no para estudiar. “Regresé a la BUAP porque siempre fue mi máxima, se dio la oportunidad por azares del destino”, comenta Juárez Eugenio, quien en broma, develando algo de verdad, agrega: “esto se suma a las diez horas que tenía antes. Hay que buscarle, sino no alcanza”.

No es casada y tampoco tiene hijos. Aunque tiene deseos de ser mamá, ha tenido en mente la idea de garantizar una buena vida a sus congénitos: “¿para qué traerlos a sufrir?”.

Tras cesar de reír, Juárez Eugenio habla de sus temores y preocupaciones, de sus metas y anhelos –planea realizar una estancia posdoctoral. Confía que México tendrá oportunidades para mejorar su educación. Cree que los jóvenes están desatendidos por sus padres, quienes tienen que trabajar más porque los salarios no alcanzan.