El Poli de Puebla, la pandemia y el especial regalo de cumpleaños para su hija 

Apizaco, Tlax.- En la novillada de la plaza Wiliulfo González de Apizaco, Tlaxcala, el cuarto ejemplar de Zacatepec fue un toro muy rematado de presencia, bravo, emotivo y con el que había que andar firme, sin dudarle. El de “Zacate” sabía para qué traía ese par de pitones.

El banderillero Apolinar Mendoza, conocido como El Poli de Puebla, ha sido un mexicano más muy castigado en su economía por esta pandemia. A sus 61 años, escasean los contratos taurinos para ir a trabajar, la contingencia sanitaria le provocó un parón en seco de su fuente de ingreso. Siendo cabeza de familia no queda más que, como dicen los taurinos, “echar Pa’lante”.

Trabaja en un taxi todos los días para llevar el pan a casa, entrena en los horarios que le permite el auto empleo, su hija le ayuda vendiendo paletas de hielo, además de que ella también estudia la licenciatura en comunicaciones, mientras que en casa, la esposa de Apolinar Mendoza apoya en las labores domésticas y prepara elotes y esquites que venden los tres por las noches.

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El ingreso no es mucho pero todo sirve en esta pandemia. En su trayectoria profesional a partir de 1989, El Poli ha sido peón de confianza de figuras mundiales como Pablo Hermoso de Mendoza, Diego Ventura, de rejoneadores mexicanos de gran nivel como Rodrigo Santos; pero el COVID-19 provocó que su principal fuente de ingresos se viera seriamente afectada. Él sabe que a su edad es mejor el auto empleo.

Foto: Marincho Herrera

EL PAR DE BANDERILLAS, REGALO DE CUMPLEAÑOS

En la novillada de Apizaco, El Poli fue contratado por la empresa Feria Toro para actuar con el caballista Javi Fountanet, pero decidió llevarse a su hija pues cumplía años y no tenía algo qué obsequiarle. Sin decirle más, Apolinar consideró que pondría un par de banderillas y se lo dedicaría a su hija como único regalo. Y así lo hizo. Salió el de Zacatepec por la puerta de toriles, un ejemplar serio, con edad, de imponente lámina, Rodrigo Ortiz, novillero en turno estuvo solvente con la capa.

El toro peleó con fuerza en el caballo y llegó el momento de las banderillas. Apolinar sabía que no tendría otra oportunidad y pidió el par de “rehiletes” a los monosabios. Se fue corriendo a donde estaba su hija y le dijo: “mijita, es tu cumpleaños y sabes que si tuviera dinero, te daría cualquier buen regalo. Pero hoy, solo quiero dedicarte este par de banderillas”.

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El regordete subalterno se fue a los medios de la plaza, con sus 61 años encima y toda una trayectoria profesional. Con la economía golpeada por la pandemia pero con el valor y el amor propio por delante. El toro de Zacatepec de nombre Alberjón con 412 kilos no. 8 chorreado de pinta, se arrancó de largo, con ese par de pitones imponentes, el silencio del público fue sepulcral.

Apolinar dejó en todo lo alto el par y salió de un giro como si fuera Madrid. Entonces la plaza estalló en palmas y Mendoza, el querido maestro “El Poli de Puebla” salió al tercio a recibir la cariñosa ovación.

Por la noche, ya en casa, feliz con su esposa y su hija, vendieron elotes y esquites platicando las incidencias de tan único regalo de cumpleaños.