La raíz de Aquiles Córdova Morán está asentada en uno de los rincones de la Mixteca Poblana, que desde 1940 estaba olvidada de la “mano de Dios”, ni qué decir de los gobiernos en turno, que quizás alguno, o varios de ellos, no sabían que existía Tecomatlán.
Sin agua, ni luz y, por ende, tierras áridas y nula producción. Región desolada y sin mañana, menos futuro para sus niñez y juventud.
La única esperanza e ilusión era el “sueño americano”.
O emigrar a la capital del País.
Ahí nació y creció Aquiles.
Más el destino le reparó un hogar modestísimo, pero con unos padres que se convirtieron en su faro que guiaron sus pasos e inculcaron la semilla de la fe, esperanza y educación.
Su padre Luis Córdova Reyes, maestro rural y su madre Margarita Morán Veliz, luchadora, tenaz, conocedora del náhuatl y con el don para elaborar la tradicional comida poblana.
De Tecomatlán a Champusco para ingresar a la escuela secundaria Práctica de Agricultura, la cual marcaría su destino -político y de liderazgo- al apoyar una huelga a favor de las normales rurales de México, que llevó a incursión del Ejército para tomar el plantel y llevarse al cuartel a los estudiantes en huelga para darles un escarmiento.
El hombre y sus circunstancias…
Y de Champuso a Chapingo al ser aceptado en la escuela preparatoria Nacional de Agricultura, lo llevó posteriormente ser electo presidente de la Sociedad de Alumnos.
Su liderazgo se acentuó al evitar que desapareciera la preparatoria agrícola. Además, sumó a los estudiantes en defensa de la huelga a favor de la escuela de Agronomía Hermanos Escobar.
Al concluir la carrera de Ingeniero Agrónomo, pasó a la planta docente y desde esa trinchera promovió la transformación de Escuela Nacional de Agricultura a Universidad Nacional Autónoma Chapingo, que finalmente se constituyó como Universidad Autónoma Chapingo.
EXPULSIÓN DE CHAPINGO Y EL
NACIMIENTO DE ANTORCHA CAMPESINA
El logro de la Universidad Autónoma Chapingo le costó a Aquiles Córdova, como a 150 estudiantes y profesores, la expulsión, al intervenir el Presidente de México Luis Echeverría Álvarez.
Ello desencadenó el retornó a la tierra madre, el reencuentro de sus raíces, de su gente, de sus padres y hermanos… Tecomatlán.
Y nace Antorcha Campesina.
¿Por qué el nombre?
Porque doña Margarita Morán le sugiere a su hijo el nombre de Antorcha Campesina, porque se convertirá en “llama que iluminará y guiará a los pobres de campo”.
Así, en 1974 se constituye la organización Antorcha Campesina.
Y 49 años después ha logrado mantenerse como un ícono de agrupación social y campesina.
Ha resistido embestidas y persecuciones de los gobiernos federal y estatal.
Han tratado de socavarla y destruirla.
Pero su autonomía financiera, como su estructura y tejido de más de dos millones de militantes, ha sido, es y será, el blindaje que ha resistido esa guerra acentuada desde 2018, al asumir la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.
No es lanzarle incienso.
Ni ponerle alfombra roja.
Para nada.
Unos la odian.
Otros la aman.
Historias y leyendas se han tejido a su entorno.
Lo cierto que el próximo año festejará sus “Bodas de Oro”.
Se dice fácil.
Pero hoy en todo el territorio nacional, y en Latinoamérica, no existe una agrupación como Antorcha Campesina.
Este tecleador en los 80 entrevistó a Córdova Morán en Tecomatlán.
Y era un pueblo fantasmal. Polvoriento. En total olvido y abandonado de la “mano de Dios”.
A la vuelta de los años, corría 2009, se tuvo un segundo encuentro periodístico y Tecomatlán era –es- un vergel en el desierto… un municipio pujante, con un clúster educativo de básica a superior, de arte y cultura.
Reseña que se plasma, porque el pasado lunes los periodistas Paty Corro, Leticia Montagner, Raúl Torres Salmerón, Luis Fernando Soto -quien esto escribe- y el dirigente Juan Célis, presentaron el libro De la Esperanza a la Decepción, de la autoría de Aquiles Córdova Morán.
En sus 192 páginas adelantó, desde 2018, lo que sería la Presidencia de López Obrador.
¿Erró?
¿Se equivocó?
¿Es real?
Al tiempo.
