Hablemos de cine... y de Julieta

 

Puede que las cintas de Pedro Almodóvar no sean del agrado de todos, o las adoras o las odias, pero jamás te dejará indiferente. Con “Julieta”, el director español retoma el drama femenino desde una perspectiva más personal, quizá sin tantos recovecos y laberintos como nos tiene acostumbrados en sus grandes películas. “Julieta” es, quizá, su película más concreta, y me atreveré a defenderla de quien menciona que le falta más de Almodóvar, es a justa medida, un drama a dos tiempos, sin personajes artificiosos como en anteriores cintas, más naturales, cercanos e identificables.

Emma Suárez y Adriana Ugarte interpretan a Julieta, en dos facetas, Suárez encarna la fragilidad de una mujer que se desmorona tras un azaroso encuentro en la calle, Ugarte, la joven con ilusiones, fanática de las grandes épicas griegas que termina por enamorarse de un marinero. Pero la fatalidad, siempre presente en toda cinta almodoroviana está presente, y las decisiones de los personajes, decidida por un destino como si se tratara de una gran tragedia griega.

Estamos ante un Almodóvar concreto, que sabe qué quiere y cómo quiere contarnos que todos, con nuestras buenas o malas decisiones, tenemos lo que merecemos, en su justa medida. Es un Almodóvar austero, no como el truculento de “La mala educación”, no como el estrafalario de “Los amantes pasajeros” y tampoco como el visionario de “Hable con ella”; es un Almodóvar que fiel a sus tonos rojizos, se adentra en la frangilidad de una persona en relatarnos sus grandes vacíos, y ahí es donde explota la complejidad de la cinta, y caemos en la trampa del español, “Julieta” no será tan compleja pero sí te deja un golpe en el estómago, haciéndote reflexionar en que la vida cambia constantemente.

Muchos la han calificado como la menos almodovariana de sus películas, pero yo no estoy de acuerdo: Julieta huele a dolor, a perdón, a desamor, a alegría contenida, a tantas y tantas cosas que el universo del manchego ha sabido retratar con acierto a lo largo de los años.

La cámara de Almodóvar se mueve con delicadeza, aportando imágenes y secuencias muy bellas realzadas por el extraordinario uso del color y de la luz. Las decisiones de dirección, son en su mayoría inteligentes, ingeniosas e incluso sorprendentes (cierta escena de sexo en un tren) y nos recuerda el talento de uno de los mejores y más innovadores directores españoles que nos ha dado el cine.

 

 

@gusipacio

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