Las lluvias de los últimos días han golpeado con fuerza a nuestro país, especialmente en regiones de la Sierra Norte de Puebla y municipios vecinos como Poza Rica, dejando tras de sí pérdidas humanas que nos duelen profundamente y daños materiales que lastiman comunidades enteras.
No hay palabras que alivien el dolor de las familias que han perdido a un ser querido, ni manera de dimensionar lo que significa perderlo todo en cuestión de horas. Pero, en medio de la tragedia, México vuelve a demostrar su grandeza.
Desde el primer momento, la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Alejandro Armenta han estado atentos, coordinando acciones, enviando apoyos, recorriendo las zonas afectadas y mostrando con hechos lo que significa gobernar con empatía y compromiso. No hay improvisación: hay respuesta. No hay discurso: hay presencia. Y eso, en los momentos difíciles, marca toda la diferencia.
Ambos han entendido que gobernar no es solo administrar recursos, sino cuidar vidas, tender la mano, escuchar y acompañar. La solidaridad no se decreta, se ejerce. Y tanto la presidenta como el gobernador lo han demostrado con su cercanía, su humanidad traducida en acciones inmediatas y el anuncio de programas para recuperarse de las pérdidas, además del llamado a que cada una y cada uno de nosotros hagamos lo propio.
Porque sí, todos tenemos una responsabilidad desde nuestras trincheras. Todos podemos sumar en momentos donde hay tantas necesidades.
Desde la Casa de Gestión, ubicada en 22 Sur #5931, Colonia San Manuel, hemos abierto un centro de acopio para recolectar víveres y artículos de primera necesidad, enfocándonos principalmente en productos de higiene femenina y artículos para nuestras infancias, como pañales, leche, biberones y ropa en buen estado.
Puede parecer poco, pero para quien lo ha perdido todo, cada donación es una muestra de esperanza.
Y quiero detenerme en algo que muchas veces se pasa por alto: en situaciones como esta, las necesidades de las mujeres y de la infancia suelen ser invisibles. Por eso, pedimos especialmente toallas femeninas, tampones, copas menstruales, leche en polvo, pañales y productos para niñas y niños. La empatía también se demuestra al mirar las realidades que otros ignoran.
Estos momentos ponen a prueba no solo a las instituciones, sino también a las personas. Porque las emergencias —y hay que decirlo con honestidad— sacan lo mejor y lo peor de cada quien. De algunos, la indiferencia; de otros, la solidaridad, la generosidad y la humanidad que tanto necesitamos.
Hoy, más que nunca, necesitamos sumar, no señalar; apoyar, no criticar. Lo que se requiere no es protagonismo, sino compromiso. Que cada quien, desde su espacio, aporte lo que pueda: tiempo, recursos, contactos, redes. Que el dolor ajeno no nos sea indiferente.
Porque si algo define a este país, es que en medio de la adversidad siempre encontramos la manera de levantarnos juntos. Y porque, como lo ha demostrado la presidenta Sheinbaum, la verdadera fortaleza de México no está en su poder económico ni en sus discursos, sino en su gente.
Desde aquí, reafirmo mi compromiso: seguir trabajando, organizando y sirviendo a las y los poblanos que más lo necesitan. La solidaridad no es una palabra, es una forma de vida.
Y hoy, más que nunca, nos toca demostrar que Puebla y México tienen corazón.