Recuperemos la educación: Atención, respeto y responsabilidad compartida

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Por: Nora Merino Escamilla

Como madre y como legisladora, sé que la educación de nuestras niñas, niños y jóvenes es un tema que no puede seguir postergándose. Cada vez que visito una escuela y veo a los estudiantes formar para la ceremonia cívica, cantar el himno con orgullo y atender a sus maestros, me queda claro que la escuela sigue siendo un pilar fundamental de nuestra sociedad. Pero también es evidente que algo se ha perdido en el camino: el respeto por el aprendizaje, la autoridad de los docentes y la responsabilidad compartida entre familias y escuelas.

No podemos ignorar que hoy en día las aulas enfrentan desafíos distintos a los de hace unos años. El celular, más que una herramienta de apoyo, se ha convertido en una distracción constante, en una barrera entre el estudiante y su maestro, e incluso en un medio para el ciberacoso y la desinformación. Por eso, la iniciativa que he presentado para regular su uso en escuelas de educación básica y media no es un capricho ni una medida autoritaria; es un paso necesario para recuperar la atención en las aulas y el respeto por quienes enseñan.

Pero también es momento de dejar algo en claro: el maestro enseña, pero no educa. Esa es una tarea que corresponde a los hogares. No podemos delegar toda la responsabilidad a los docentes y esperar que, además de impartir conocimientos, corrijan conductas, inculquen valores y hagan lo que muchas veces no se refuerza en casa. Los padres y madres de familia tienen un papel fundamental en este proceso. La formación de niñas, niños y adolescentes no depende solo de la escuela, sino de un esfuerzo conjunto donde la disciplina, el respeto y los límites se construyen desde el hogar.

Desde el gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum se ha priorizado la educación como una herramienta de transformación, no solo con inversión en infraestructura y programas educativos, sino con una visión clara de que la formación integral comienza con reglas claras y ambientes adecuados para el aprendizaje. En Puebla, el gobernador Alejandro Armenta también ha impulsado estrategias para mejorar la enseñanza, pero sin la colaboración de las familias, cualquier esfuerzo quedará incompleto.

Es momento de asumir la responsabilidad que nos toca. La escuela es un espacio para aprender, pero la educación comienza en casa. No podemos seguir permitiendo que la tecnología reemplace el diálogo, que las pantallas ocupen el tiempo que antes se destinaba a la convivencia y que los valores básicos se diluyan en la inmediatez de las redes sociales.

Regular el uso del celular en las aulas no es una imposición, es una oportunidad para recuperar la atención, el respeto y el verdadero propósito de la escuela. Pero este esfuerzo solo será exitoso si las familias también asumen su papel, si en casa se refuerzan los valores que deben reflejarse en el aula y si entendemos que educar es una tarea compartida.

Si queremos un país con ciudadanos responsables, críticos y preparados para el futuro, debemos empezar por fortalecer la educación con disciplina, con atención y con el compromiso de todas y todos. La escuela enseña, pero educar es tarea de todos.