Por: Nora Merino Escamilla
En política, como en la vida, las palabras importan, pero lo que realmente queda son los hechos. A casi un año de trabajo legislativo y territorial, puedo decir con orgullo que el compromiso que asumí con la gente del distrito 12 y con México se ha cumplido con resultados tangibles, no con promesas vacías.
En la Cámara de Diputados, mi voz ha estado presente: 96 sesiones en el Pleno y 15 intervenciones en tribuna, defendiendo temas que marcan la vida diaria de millones: la lucha contra la desaparición forzada, la seguridad pública, la rendición de cuentas y, sobre todo, el blindaje de los programas sociales que son un derecho del pueblo, no una dádiva. En este periodo se aprobaron 20 reformas constitucionales y 11 nuevas leyes, entre ellas el reconocimiento de la vivienda digna como derecho, el salario mínimo por encima de la inflación y la democratización del Poder Judicial.
No me he limitado a acompañar, también he propuesto. Mis iniciativas propias buscan atender realidades urgentes: la protección a menores migrantes no acompañados, una nueva Ley de Adopciones, los derechos de madres en prisión, el uso responsable de celulares en escuelas y el control digital de medicamentos. En comisiones, el trabajo es constante: soy secretaria de la Comisión de Vigilancia de la ASF e integrante en Migración y Anticorrupción, además de representar a México en grupos de amistad con Estados Unidos, Francia y como vicepresidenta con Uruguay.
Pero de nada sirve legislar si no se escucha al pueblo. Por eso el trabajo territorial ha sido, es y seguirá siendo el corazón de esta diputación. He sostenido más de 270 reuniones vecinales para escuchar, dialogar y construir soluciones conjuntas. He acompañado la formación de juventudes a través del Parlamento Juvenil, la Escuela de Cuadros para Mujeres Jóvenes y el podcast “Voces del 12”, porque estoy convencida de que la política se transforma desde las nuevas generaciones.
La salud y el bienestar también son prioridad. Con 1,143 atenciones médicas y la entrega de 93 lentes y 120 estudios visuales gratuitos, hemos puesto un granito de arena en lo que debería ser derecho universal. Con programas como la Huerta del 12, logramos distribuir más de 12,500 paquetes de frutas y verduras frescas y a bajo costo. Con Impulsa Mujer, capacitamos a más de 400 jefas de familia, dándoles herramientas para construir autonomía económica. Y con la Zumbateca del 12, más de 1,050 mujeres se activaron en 90 sesiones que fortalecen no solo la salud física, sino la convivencia comunitaria.
La cultura y el deporte también tienen espacio. Con el Cine Móvil, llevamos 32 funciones a colonias y juntas auxiliares. Con la rehabilitación de escuelas, canchas, salones sociales y capillas históricas, además de la entrega de tinacos comunitarios, demostramos que la gestión no se queda en papeles, sino en obras concretas.
Este trabajo no sería posible sin la gente. Porque la verdadera diputación no se hace en los pasillos de San Lázaro, sino en las calles, en las colonias, en los hogares donde viven las problemáticas y también las soluciones.
Lo he dicho siempre: la política no es un escritorio ni una foto con dirigentes. La política es resolver luminarias, gestionar drenajes, acompañar a una madre que necesita atención médica, escuchar a un joven que busca oportunidades, rehabilitar una cancha para que se convierta en refugio de la comunidad.
Los números hablan, pero lo más importante es que detrás de cada cifra hay rostros, hay historias, hay familias que saben que cumplimos con lo prometido: trabajar cerca de la gente, con la gente y para la gente.
Y esa, compañeras y compañeros, es la única manera en que entiendo la política