Por: Andrea Estupiñán Villanueva
¿Antojo saludable? Honestamente eso casi no funciona, lo más fácil es salir a una tienda de conveniencia y llevar cualquier fritura o galleta, seguro lo has hecho. Pero, ¿has reflexionado en lo que esa acción representa para la marca y para tu salud? México presenta una crisis de obesidad y sobrepeso donde el 70% de adultos tienen ambos padecimientos, mientras que, hasta hace un par de años, 20% de la población de 5 a 19 años también cuentan con obesidad y sobrepeso. Siendo más claros, más del 50% de las y los mexicanos consumimos alimentos ultraprocesados o chatarra, no una, sino varias veces a la semana, además, casi el 73% de mujeres y el 70% de hombres en México, sufren enfermedades relacionadas con el peso, estando en permanente riesgo de desarrollar diferentes tipos de cáncer. Sin embargo, detrás se esconde un negocio gigantesco, pues tan sólo el mercado de las papas fritas rebasa los 3,479 millones de pesos, y sigue creciendo. Desde la lógica empresarial, más consumo equivale a más ganancias, aunque ese consumo enferme a millones. Pero, estos riesgos a la salud pública han obligado a que las diferentes marcas de productos alimenticios tengan que apegarse a la legislación que establece el uso de los sellos octagonales donde deben indicarse de manera clara y precisa, lo que cada producto aporta en cuanto a exceso de calorías, exceso de azúcares, exceso de grasas saturadas, exceso de grasas trans, y exceso de sodio. Estos sellos se encuentran en los alimentos ultraprocesados que son aquellos que han modificado sus cualidades naturales ofreciendo poca fibra, bajas vitaminas o nulas, y muy pocas proteínas. Pero, pese a que la población tiene conciencia de que son perjudiciales para la salud, su consumo se incrementa constantemente. Lo peor, la Universidad Nacional Autónoma de México, refiere que cuesta más caro comer chatarra que comer sano, y ¿entonces por qué preferimos alimentos poco nutritivos? Una razón importante, es la exposición que tiene la población a la publicidad de diferentes productos donde se muestran imágenes de felicidad, de amor, de convivencia, de diversión, donde, en diferentes situaciones, pareciera que la pasas mejor si consumes esos productos. Justo por esa influencia que puede tener la publicidad de alimentos ultraprocesados, es que se aprueba la ley de sellos de alimentos en México regidos por la Norma Oficial Mexicana (nom-051-scf1/ssa1-2010) obligando a las marcas a usar sellos frontales tanto en alimentos como en bebidas, pero, ¿han funcionado? Pues sí, resulta que han funcionado, tanto que las marcas han tenido que reformular sus productos para hacerlos más nutritivos, o menos chatarra. Esto debido a que la población está más atenta a los sellos que tienen los alimentos y bebidas que compran, teniendo preferencia por los que tengan menos sellos. Muestra de ello es que el Instituto Nacional de Salud Pública, reporta que hay panes y cereales que han disminuido en más del 50% el sello de exceso de sodio mientras que botanas con exceso de grasas saturadas han reformulado sus productos y ahora presentan un 26% menos de uso de estas advertencias nocivas. Esto, a sólo cinco años de haberse implementado, así que, parece que estamos en el camino, habrá que ver cuánta fuerza de voluntad, pero, sobre todo, hasta dónde somos capaces de defender nuestro derecho a la salud y la alimentación, así como a exigir ser informados debidamente para tomar decisiones sobre nuestra alimentación, ya sea para vivir mejor, o para morir rápido. Al final, la decisión está a la vista, no hay pretextos, pero sí voluntades o falta de ellas.